viernes, 27 de marzo de 2009

No se anden con pequeñeces, mídanse con los grandes

Esa es la propuesta. Inclinarse ante los tomos, casi que se podría decir con devoción. Por el gusto y el amor a la literatura, a la divulgación o el estudio y el análisis. Realmente, para mí, es un placer. Ni Bucays, ni Pignas, ni Cohelos, ni Isabeles Allendes... Yo por lo menos, disfruto con otra literatura (con LA Literatura, bah).
Ideal para ilustrar la publicación de hoy, es este chistesín de Liniers que (re)encontré. ¿Y a que me refiero con esto? A una pequeña reseña de lo que estuve leyendo.
En los últimos meses, libros como el célebre Don Quijote De La Mancha y Drácula, de Bram Stoker. Más recientemente, comedias de Shakespeare como El Mercader de Venecia, Como gustéis, La Tempestad y Noche de reyes. También un libro de divulgación científica, muy bueno, La construcción de la era atómica. Alwyin Mckay. Biblioteca científica Salvat. Encontré otras referencias más sobre este último título, como esta, y esta otra.
Desde chico, la lectura es algo que disfruto muchísimo. Cuando leo, me sumerjo en las páginas. Es un mundo que habito, donde todo lo exterior se borra por un rato. Es que, como me pasó al terminar de leer la obra cúlmine de Cervantes, vale recordar aquella frase que decía algo así como "Los grandes libros son aquellos con los que uno ya no es el mismo luego de haberlos leído".