viernes, 6 de septiembre de 2013

Aquel rinconcito empapelado de verde



Comunicado en defensa del amor

"Las nupcias de las flores"

Procedamos a deshojar una flor, como suelen hacer las niñas románticas con las margaritas. Despojada de los pétalos, quedarán de manifiesto unos filamentos sutiles terminados a manera de cabecitas de alfiler, o que soportan capsulitas de diversas formas. Si se les pasa la mano por encima quedará adherido a ella un polvo coloreado, finísimo, al que se le da el nombre de polen y que es análogo a la esperma. Los órganos florales que lo contienen son los órganos Masculinos correspondientes.
Pero entre esos delicados filamentos puestos al desnudo al arrancar los pétalos, se encontrará uno, y tal vez más de uno, conformado de distinto modo. Más largo o más corto que los otros, su extremidad ofrece un penacho de pétalos o se ofrece a manera de boca carnosa, o se presenta en forma de capitel. Hacia la parte baja, donde el cáliz de las hojitas verdes sirven de unión entre la flor y el tallo, el filamento se abulta. Al seccionar este abultamiento con una hoja muy fina, por ejemplo, con una de afeitar, queda descubierta una cavidad llena de corpúsculos ovales, semejantes en todo, menos en el color, a huevos. La comparación es propia hasta desde el punto de vista biológico: estos corpúsculos no son otra cosa que lo que en el vegetal femenino corresponde a los los huevos animales y se llaman "óvulos". 
(...)
De las cápsulas que contienen el polen, cae éste, apenas madurado, sobre los filamentos femeninos dispuestos en forma de boca o de capitel que están debajo; aquí, ciertas cosas viscosas segregadas de glandulitas epidérmicas, y unas sutiles y muy delicadas papilas lo retienen como en un beso.                                                       
Extraído de "Vida privada de las plantas", de Elio Baldacci.
Ay, ay, ay, mi querido W.S. Cuantos admiradores fervorosos, cuantas fanáticas desmedidas, detractores incurables y convencidas de lo imposible. También están los NI, ni.
Ante semejante panorama, se hacía imperioso tomar una posición, afirmar una postura ante el amor, aquel viejo y conocido que te mira desde su cuerpo redondito con dos patas y dos brazos como agujas; allí en tu mesa de luz.
 Martín Ríos.

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