miércoles, 2 de marzo de 2016

Capítulo VIII. Santiago de Cuba


(Del 01/02)

Acá estamos, en la casa de familia en la que nos estamos quedando, en Santiago de Cuba (que es la ciudad más oriental del país que visitaremos -no la más oriental- y que fue la primera capital de Cuba, en la época colonial). Es el primero de los tres días que estaremos acá.

Llegamos temprano, luego de un viaje malísimo, en un espanto-móvil inesperado. Viajamos en un micro de Vía Azul, que hasta ahora resultó una compañía muy buena en los 5 o 6 veces que fuimos de una ciudad a otra (aunque todas las anteriores fueron distancias menores).

Partimos a las 22:30 de Ciego de Ávila y llegamos a Santiago de Cuba a las 7:20. Cuando subimos al micro encontramos solamente asientos al fondo, detrás de unos viejos con los asientos ultra reclinados, o sea te aplastaban las rodillas y en el del lado de la ventanilla encima tenía un caño que se te incrustaba en un brazo. Después de rebuscarnoslas como pudimos (otros asientos no se reclinaban nada, o estaban rotos, o estaban cerca del baño con mucho olor, o junto a una mujer que dormía de modo que te clavaba las rodillas contra tus costillas), pudimos sentarnos juntos a eso de las 2:30 de la madrugada.
Corolario, en el estado en el que llevamos al llegar finalmente a la casa de familia en la que estamos, dormimos como 3 horas y pico para recuperarnos.

Luego de almorzar algo (no tan rico como otras veces) por una peatonal importante, fuimos a la Plaza Céspedes (en la zona más céntrica).
Visitamos la Casa de Diego Velázquez, que es una reliquia histórica por haber sido la vivienda y lugar de trabajo de quien fue el primer gobernador de Cuba, a principios del S. XVI. Gran parte del mobiliario y techos son originales, que luego de ser restaurados, se exhiben como museo, junto al horno de fundición de oro y plata que también está en su interior.

Al salir y volver a la Plaza, conocimos a José Luís, un historiador muy gentil con el que hicimos una caminata de dos horas y nos enseñó un montón de cosas interesantes de la Ciudad y nos contó cosas políticas, sociales, culturales, etc.

Nos llevó por calles por las que conocimos el edificio en el que se transmitió la primera señal de radiodifusión de Cuba en 1930, el balcón en el que Fidel dio su primer discurso (de 5 horas) con la revolución ya victoriosa el 1° de enero del 59, el colegio secundario jesuita al que fue, su casa de la infancia. También fuimos a uno de los mejores lugares de baile en la Ciudad a conocer su interior, "La casa de las tradiciones", donde se baila son "y no salsa, que es un invento portorriqueño", según dijo.

Luego de un par de miradores muy bonitos y de mostrarnos la calle en la que se celebran los carnavales, nos llevó a la calle C. Dubois y su explanada, desde la que se ve y recorren las zonas prostibularias de la época anterior a la revolución, cuando Batista tenía a Cuba sometida a su política servil a los dictados imperialistas, a los explotadores locales y Dubois fue uno de ellos, en este caso como referencia de capitalista que obtuvo sus beneficios a costa de la opresión de mujeres sometidas a la trata.

Luego de más charla, calles históricas y otras pintorescas, nos despedimos de José Luís retribuyéndole su atención, nos fuimos a la peatonal a comer un helado muy rico con cinco bochas y finalmente a descansar.

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