lunes, 14 de marzo de 2016

Capítulo XVI. Cienfuegos



(Del 12/02)

Estamos a la terminal, en la sección de Vía Azul. Ya nos vamos de Cienfuegos. Llegamos muy temprano para hacer el chiclín de admisión de nuestros pasajes. 40 minutos antes de la hora que pide la empresa para hacerlo. Sucede que hicimos un paseo muy lindo en taxi y nos pareció lo mejor salir con todos los equipajes para que a la vuelta nos deje acá.

Se terminó nuestra estadía en Cienfuegos y la pasamos muy bien, nos gustó mucho la ciudad. Hoy hicimos la excursión a "El nicho", uno de los paseos a un entorno natural que no hay que dejar de hacer al visitar esta ciudad.

"El nicho" es un parque natural con el atractivo de unos saltos y cascadas en distintos niveles en los que se puede zambullirse y bañarse. El entorno que se recorre de principio a fin es de una belleza notable; una espesura de vegetación con la cual podría uno fundirse hasta ser una rama más, un insecto más entre medio de todo ese secreto lleno de vida.

Las aguas, una vez que nos metimos, se descubren realmente fresquitas aunque no frías y la cascada cae con fuerza, una vez que te metes debajo. El paseo tuvo un costo alto (45 CUC el taxi, 9 CUC la entrada de cada uno al parque y otro tanto del paladar del Estado -que resultó buenísimo- en el que almorzamos), pero realmente valió la pena, por la hermosa tarde que pasamos.

A diferencia del trazado urbano aparentemente caótico de Camagüey o las diagonales y rectas de Trinidad, Cienfuegos está dispuesta como una tradicional cuadrícula. Contraria a la impresión que nos llevamos al principio, la casa de familia en la que nos quedamos nos agradó bastante. Uno de sus habitantes, que al principio nos vio con desconfianza, terminó por hacerse amigo nuestro durante el desayuno. "Suqui" (o como fuese que se escribe su nombre), el perrito color rojizo, tipo bachicha, tuvo el atrevimiento en la noche anterior de acostarse sobre una sabana blanca recién lavada.

Sorprendentemente, salir a pasear por las calles céntricas de Cienfuegos, considerando lo desoladas que estaban, es muy tranquilo y por sobre todo seguro. Una tendencia que corroboramos en todo Cuba; se puede caminar relajado por prácticamente cualquier calle y Ciudad sin ningún temor. Una de las tantas conquistas de la revolución que se mantienen al día de hoy.

Para la cena de anoche, el pequeñito restaurante junto a la costanera (bellísimo a esa hora, tanto durante la tarde al haber visto posadas sobre unos troncos cortados sobre las aguas a unas gaviotas e inclusive ¡a tres pelícanos enormes!), nos salvó de no encontrar nada para ir a comer. Unas brochetas muy bien asadas y unos gatitos que jugaban entre unas macetas, fueron otra satisfacción de la noche.

Ya preparados entonces, saldremos a las 17:45 rumbo a Playa Girón, donde estaremos también un día y medio.

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